sábado, 30 de abril de 2011

Como ayer y hoy. Esperemos que No como siempre…

Es nuestra intención hoy, hablar sobre los Pueblos Originarios de América (1). Desde la Patagonia hasta el norte de América hay poblaciones autóctonas, que han estado aquí desde hace siglos, probablemente milenios. Cada uno con su cultura, religión, organización y economía. También con sus conflictos, nadie va a negar que había luchas entre distintos pueblos, esto parece ser un común denominador del género humano.
            Ahora bien, la incursión europea sobre los demás pueblos de la tierra, los del continente que habitamos en este  caso, fue brutal. Pero, ¿por qué? Para proceder con esa crueldad fue necesario deshumanizar a sus las víctimas, era considerarlas poco más que animales que caminaban en dos patas. La Razón Europea lanzada a la conquista de estas Indias Occidentales, con todas sus riquezas, y al doblegamiento de su población. Aunque no es el tema central que nos convoca, esas riquezas que se acumularon desde la conquista de América y la esclavización del África fueron la acumulación originaria (2) de capital que será el punta pie inicial del sistema Capitalista que hoy rige en el mundo.
            Lo más curioso (y más terrible) es que en nombre de esa misma Razón,  los Estados americanos procederán, con igual crueldad, a exterminar y someter a los Pueblos Originarios siglos después. Es decir, que los pueblos  que se habían independizado de las potencias europeas (3), que habían luchado codo a codo con los pueblos autóctonos de estas tierras y con los negros arrancados del África contra los ejércitos imperiales, terminaron por aplicar las mismas ideas de “civilización” y cometieron actos llenos de una abominable barbarie.
Y no fueron los gobiernos de las distintas etapas post-independencia (el Gobierno Centralista de Buenos Aires, La Confederación, los Gobiernos Provinciales y la propia República) la excepción. Ya en 1826 el gobierno de Rivadavia contrató al Coronel Prusiano, Rauch, para “exterminar a los indios Ranqueles“. Rosas hizo su parte organizando una campaña militar contra los indígenas de las pampas entre su primer y segundo gobierno. Los gobiernos de las provincias también avanzaron sobre los aborígenes.  Los gobiernos de Mitre y Sarmiento, que  tuvieron la mancha imborrable de la guerra del Paraguay, no cejaron en sus intentos de “civilizar” a los hijos naturales de estas tierras, aunque hicieron extensivos sus esfuerzos a los gauchos, que vivían dentro del territorio de la Argentina de aquel entonces, quienes eran “vagos y mal entretenidos”. Vale recordar algunas palabras del padre del aula al respecto: “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado." . Esas eran las ideas de los bienpensantes de la época, pero aun así, la crueldad no había alcanzado su clímax.
Fue durante la presidencia de Avellaneda(4) cuando se desata uno de los grandes genocidios de nuestra historia, la inefable “Conquista del Desierto”. Esta campaña militar fue dirigida por Julio Argentino Roca, quien sería el sucesor de Avellaneda en la presidencia.  Como nos cuenta Felipe Pigna en Mitos de la Historia Argentina 2, el nombre con que la Historia Oficial recuerda este crimen contra la humanidad no es un detalle menor, “Conquista del Desierto”. Roca y sus oficiales conquistaron un desierto. Veamos que dice el diccionario: Conquistar: “Ganar, mediante operación de guerra, un territorio, población, posición, etc”, ahora veamos desierto: “despoblado, solo, inhabitado”.  Vemos que para la Historia Oficial, el General que será Presidente peleó contra el aire. Pero lamentablemente no fue así. Se masacró a los mapuches y otro pueblos que por entonces habitaban la Patagonia. Y los sobrevivientes fueron trasladados a Buenos Aires, donde se los repartieron entre las familias patricias (es decir, los que tenían tierras y bastantes) en condición de sirvientes. Vale recordar que en la Asamblea del Año XIII, 66 años antes, se había declarado la libertad de vientre (los hijos de esclavas serían libres) y que a partir de 1853 con la promulgación de la Constitución Nacional quedaba abolida toda forma de esclavitud (5).  Ese fue el triste destino de los habitantes originarios de la Patagonia, y para qué tantas matanzas, para repartirse entre los terratenientes las tierras conquistadas y aumentar sus latifundios. Las bases del modelo de país agroexportador estaban sentadas.
Pero las desdichas de los hijos de estas tierras no se terminan en el siglo XIX. Siguen y siguen, hasta hoy. A lo largo del siglo XX sufrieron la marginación y la pobreza (que le era común a los trabajadores rurales, a los migrantes recién llegados y a los obreros mal remunerados) pero con el agravante de que se ignoraron sus tradiciones ancestrales, se les convirtió al catolicismo  y se los privó de las tierras donde vivían desde hace generaciones (lógicamente sin ningún certificado de propiedad, la propiedad de la tierra es un concepto del Capitalismo occidental).
Ni siquiera durante los gobiernos de Yrigoyen y de Perón, que no podemos negar, fueron líderes populares, con sus aciertos y errores, hubo algún avance significativo en materia de igualdad de derechos y devolución de tierras. Al menos no en la medida necesaria para reparar los atropellos a la dignidad de los Pueblos.
Llegando a nuestros días presenciamos los mismos atropellos. El año pasado, por ejemplo, los Qom, habitantes de la comunidad de La Primavera en Formosa fueron forzados a dejar sus hogares, habiendo muertos durante los hechos.
Sin embargo, la Argentina suscribe al  articulo 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que tiene rango supra-constitucional, y trata “sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes”. Entre otras  cuestiones dice en su artículo 2: “Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los pueblos interesados, una acción coordinada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos pueblos y a garantizar el respeto de su integridad”.
Al existir la jurisprudencia, es responsabilidad del Estado cumplir con la ley. Pero es responsabilidad de los ciudadanos (ósea nosotros) exigirle al Estado Nacional y a los Estados Provinciales donde sea necesario (hay presencia de Pueblos Originarios en muchas provincias, en casi todas) el cumplimiento de las mismas. Por este motivo los invitamos al debate, para que entre todos tomemos conciencia de lo que han sufrido los aborígenes y que hay mucho que hacer por ellos y con ellos. 
Y como dice el maestro Osvaldo Bayer, en la historia, tarde o temprano, la Ética triunfa.


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1- Ya de entrada hacemos una concesión aquí ya que América es un nombre que pusieron los conquistadores, los que vencieron.

2- Expresión que acuña Carlos Marx en El Capital.

3- Al menos políticamente, nuestras economías siguen siendo subalternas. No es la intención del texto tratar este tema fundamental en el desarrollo de un país, pero tampoco podemos obviar mencionarlo.

4- Nicolás Avellaneda  (1837-1885)  fue Presidente de la Argentina entre 1874 y 1880. Ocupo varios cargos públicos antes de ser Presidente y fue senador posteriormente. Como todo Presidente de la época, llegar al cargo no era una cuestión muy democrática que digamos. Aunque la Historia pareciera no  recordarlo tanto como a su antecesor, Domingo F. Sarmiento, y a su sucesor, Julio A. (debe ser de asesino, sin duda) Roca. Pero no podemos ignorar que fue durante su presidencia que se cometió el genocidio contra los Pueblos Originarios de la Patagonia.

5- Como aclaración, recién en 1860 Buenos Aires se suma a la Confederación y adopta la Constitución Nacional.

jueves, 28 de abril de 2011

Es culpa nuestra

Sin rodeos y al grano, nosotros, las clases medias de Argentina, somos beneficiarios de las injusticias de este sistema de explotación. Porque sí, explota. Para que haya personas con más bienes y dinero, debe haber otros que no los tengan. Así funciona, para que nosotros tengamos lo que tenemos, muchos no tienen ni tendrán.
Ya sea que lo ignoremos o pretendamos ignorarlo, somos culpables (en parte, lógicamente) de esta situación de extrema desigualdad. Aunque, para ser franco, creo que todos cuando vemos a alguien revolviendo la basura para encontrar algo para comer (muchas veces basura que nosotros mismos desechamos) algo se revuelve. Personalmente siento indignación, me siento culpable por no hacer nada. A la par de que siento repugnancia por los que ni siquiera le dedican una mirada a esta gente desdichada. Porque hay que ser hijo de puta (perdónenme la expresión, pero la situación lo amerita) para presenciar una escena tan macabra  sin sentir indignación. Para ver, sin mosquearse, como  chicos tienen que estar haciendo malabares en los semáforos todo el día para ganar unas moneditas; como las madres, solteras, con todos sus hijos mendigan en las puertas de las iglesias; como cuando vemos desde el cómodo auto las casillas de chapa, particularmente frías en invierno. Ni hablar de la que no podemos ver: los peones explotados, la gente que es puesta a trabajar como esclava en talleres textiles (abusándose no sólo de su pobreza sino también de que, al ser muchos de ellos inmigrantes sin documentos, no tienen forma de defenderse ante ningún organismo estatal por miedo a la deportación)  y la lista puede seguir.
¿Y que hacemos? Nada. Total no nos pasa a nosotros. Son pobres porque quieren, no trabajan porque no quieren, tienen muchos hijos adrede para que les den subsidios, nos vienen a robar el trabajo, nos quieren robar, matar, violar (sí, en ese orden), y un largo etc. Estos argumentos paupérrimos son  los caballitos de batalla de nuestra (de la que formamos parte) clase media, media y mediocre.  Que por haber subido un par de escalones en la "escala social" nos creemos elegidos por algún Dios. Sólo tuvimos suerte de haber nacido en una familia con trabajo, casa y comida. Y este mini ascenso social viene acompañado de un pavor por los pobres (no por la pobreza, con ella está todo bien) y envidia por los ricos, que maquillamos hablando de ellos con cierto desden.
Somos tristes los argentinos del medio. Somos ignorantes, no leemos y sabemos lo mínimo e indispensable. Lo gracioso es que a la hora de votar, nuestro voto es inteligente, no como el de los negros, esos votan por el chori y la coca. No, señor, nosotros somos mucho más piolas, votamos por lo que nos dice la televisión . Unos piolas bárbaros. Y ni hablar de la indignación que despierta cuando el Estado, por una alineación planetaria, se acuerda de los desposeídos. Es un escándalo, ¿para eso pagamos los impuestos?  Sí, para eso deberíamos pagarlos, para distribuir la riqueza. De que carajo te sirve tener mucho en medio de la miseria.
Somos tristes los argentinos del medio

domingo, 17 de abril de 2011

El Arma de la Educación - Introducción

            Los hombres viven el presente con cierta ingenuidad, inmersos en impulsos y cotidianeidades de las cuales cabe preguntarse si son inherentes a la mente humana o fueron impuestas por terceros para ocupar la población en trivialidades y poder realizar sus macabras hazañas sin mayores dificultades. Gracias a la intrincada complejidad del mundo, no podremos encontrar la respuesta a esta cuestión simplemente eligiendo una de las posibilidades dadas. Indudablemente esta ceguera “más allá de la nariz” corresponde a una planificación que, basándose en una especie de teoría de Lamarck para la evolución aplicada a la psicología humana, trabajó de manera inteligente y sutil (o no tanto) durante largo tiempo, aprovechando circunstancias ocasionales para lograr con una exactitud admirable su cometido.
            Si nos remontamos a junio de 1955, cuando la Armada Argentina lanzó su golpe contra el gobierno del General Juan Domingo Perón, luego de asesinar gente a mansalva los aviadores se van a Montevideo a decir que cumplieron con su fe en dios; mientras tanto, en Buenos Aires mucha gente lloraba porque le habían quemado su iglesia dominguera, pero les parecía la cosa más natural del mundo que hallan acribillado a los trabajadores en la forma que lo hicieron.
            Por citar otro acontecimiento que demuestra el inconsciente colectivo que baña nuestra sociedad y que ejemplifica la forma en que este “plan invisible” pero existente tiene acción es el caso de las Islas Malvinas. No hay argentino que no esté indignado por la posesión británica del “suelo más querido de la patria en su extensión”. Nos llena de orgullo entonar las marchas y recordar que estas islas son nuestras en todas las conmemoraciones y actos públicos. Estamos tan concentrados en reclamar nuestro derecho sobre estos 12.000 kilómetros cuadrados que fueron administrados por diferentes países europeos desde el 1600 (época en que fueron descubiertas) que nos olvidamos de resistir ante la entrega de la Patagonia, la capitalización extranjera, los desventajosos cambios de oro por contaminación química que llevamos a cabo a diario con las mineras.
            No sólo el árbol tapa el bosque; mientras que para recuperar las Islas Malvinas pusimos en la línea del fuego a miles de argentinos que fueron masacrados (de los cuales los sobrevivientes son tratados con gran indiferencia en el país por el que lucharon), para perder el patrimonio nacional del que sí teníamos soberanía realizamos una serie de pactos vergonzosos que básicamente todos expresaban que entregaríamos todo lo que fuera necesario a cambio de nada. No llegamos a ser ni una colonia europea, somos sólo el yacimiento de materias primas del primer mundo (el motivo por el cual me expreso en primera persona del plural no es fortuito, sino para marcar la desligación que se auto-atribuyen los ciudadanos respecto al curso de su país, encauzando la culpa a sus dirigentes, como si estuvieran en su cargo por designio divino).
            Desgraciadamente para los cerebros de este proyecto cuyo fin esencial es la transformación de la sociedad en un rebaño más fácil de arriar, aún existen ovejas negras que con el arma de la educación combaten contra el dólar, la espada y la cruz. Si la educación estuviera al alcance de todos y no se inocularan necesidades materialistas desde la infancia, ni no nos enseñaran cual es el “bien y el mal” antes de aprender a reflexionar probablemente la concepción de la sociedad no sería la misma. Desde un punto de vista optimista la humanidad progresa, como dijo Sigmund Freud, “hoy solamente quema mis libros, siglos atrás me hubiese quemado a mí”.
            Para un desarrollo social estable y equilibrado es indispensable realizar una fuerte apuesta a la educación popular, con el fin de contrarrestar esa desinformación intencional y demostrar que la base del bienestar no se encuentra en las posesiones, sino en el conocimiento. 

jueves, 14 de abril de 2011

El Parto

Vértigo. Esa es la palabra que encontramos más justa para describir el estilo de vida al que estamos sometidos. Devenimos como hojas arrastradas por vientos de otoño a lo largo de la vida. Todos hacia el mismo sitio, aunque pretendamos ignorarlo. Nuestras capacidades de Ser humano se encuentran ligadas a un muro forjado con pensamientos, ideas, concepciones, bases preestablecidas que no pretenden ser cuestionadas.
Como reacción a esta circunstancia, un reducido grupo de amigos nos planteamos crear un ambiente en el que se puedan señalar pequeñas y no tan pequeñas cuestiones que nos involucran. Dado que pertenecemos a una pequeña Ciudad Universitaria en la que estudiamos, tuvimos la intención de crear un diario de emisión mensual, en el cuál exponer pensamientos, nuestros y de gente más capacitada, sobre cuestiones cotidianas que, consciente o inconscientemente, ignoramos. Y así, de a poco, crear un espacio de debate entre compañeros y vecinos, y dar lugar a la consciencia  que tenemos o, al menos, deberíamos tener. Sin embargo, dado que no estamos en condiciones de enfrentar el compromiso y los costos que demandaría un diario, nos avocamos, provisoriamente, a comenzar vía Internet, tomando el riesgo de quitarle romanticismo al proyecto inclinándonos hacia la frívola neocomunicación. Haremos lo posible por que no se olvide que los autores de este espacio son seres humanos, al igual que quienes participen en él, y no etiquetas o números.
Nuestro objetivo es intentar detenernos en ese avanzar hacia algún sitio, pararse a un costado dejando que el resto siga su paso, y tomarse el tiempo para pensar hacia dónde hay que ir para realmente avanzar, a colaborar con un pensamiento crítico constructivo que nos favorezca a todos.
Desde nuestro nacimiento estamos condicionados a ciertos parámetros, que van restringiendo nuestras libertades y haciendo algo de nosotros. Desde la base del pensamiento, el lenguaje, a los contextos sociales, económicos y políticos, pasando por innumerables factores más. Todo esto hace que vayamos perdiendo consciencia de la finitud que representamos en la vasta infinitud, que nos avoquemos completamente a trabas y problemas que nos impone la vida, dejando de lado temas más que importantes. Así, un estudiante se encierra en su burbuja, no pudiendo pensar en absolutamente nada más que el examen de la siguiente semana, o en la fiesta del día posterior al examen. Una experimentada persona no hace más que pensar en sus posibles negocios y su porvenir económico. Podríamos citar variados ejemplos más. Todos avocados a lo suyo, bañados en un egoísmo funcional. Todos se olvidan del obrero, quién debe invertir día a día su salud para mantener a su familia. Todos, incluso el obrero, se olvidan del desempleado que debe hacer malabarismos para alimentarse. Nos preguntamos, ¿es racional preocuparse por el nuevo modelo de auto que está por salir a la venta más que por aquél que todas las noches se encuentra desamparado y sin techo? ¿Es racional preocuparse por el posible ganador de algún reality show más que por aquel que es obligado a buscar su vida en el basural que deja la autodenominada Civilización?
Por este motivo, también estamos empeñados en invitar a la reflexión, dar la iniciativa para tomarnos un tiempo, levantar la cabeza y observar  por encima de los libros, de observar hacia afuera del bolsillo, de observar todo lo que se nos ha hecho cotidiano, lo que es común ver y automáticamente ignorar. Se ha moldeado un vértigo en las conciencias que mantiene ocupada la mente y contra esto queremos comenzar a luchar. A empezar a buscar soluciones a problemas hábilmente camuflados con nada. A tomar consciencia de lo qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo. Estamos en busca de opiniones, sugerencias, intercambio de ideas, para comenzar a entender los por qué. No debe existir ruptura mas difícil que la de abandonar (abandonar o aceptar, pero luego de someterlos a juicio de la razón) los principios con los que nos han instruido.
            Creemos que una sociedad justa sólo es posible con la educación de cada uno de sus integrantes, y hacemos hincapié en que educación no es sólo una buena formación académica. Estamos seguros que no es posible un cambio a mayor escala, si antes no existe un cambio profundo en cada unos de nosotros. Si no existe un hombre nuevo, un nuevo ser, que abandone su devenir y comience a construir.