jueves, 7 de julio de 2011

Modestas cavilaciones sobre universidades, sociedad de consumo e indiferencia



            El sentimiento de frustración que otorga cumplir un papel dentro de la sociedad debe ser una cuestión recurrente para todos aquellos que intenten detenerse un poco a reflexionar. Estamos acostumbrados a esto desde que nacemos. Mejor dicho, nos acostumbran a esto desde que nacemos. Nuestros sistemas de educación -pondría de (des)educación, pero no sería nada original- son un disparo certero a la razón. La van dejando fuera de combate gradualmente, haciendo de los egresados académicos meros instrumentos productivos, cual si fueran máquinas, que no tienen permitido cuestionar nada.
            A este hecho se suma que quienes acuden a la universidad, en su gran mayoría, son personas de clase media, a las cuales cuestionar no les parece algo que sea necesario hacer, ya que ellos se encuentran relativamente bien, con todas sus necesidades satisfechas y el sistema no los golpea prácticamente en ningún flanco. Probablemente esta situación se acreciente en carreras largas (donde se hace más difícil el cursado por personas que pretendan trabajar mientras estudian) y se note menos en grandes universidades, como pueden ser en las de Buenos Aires, donde la enorme cantidad de gente que concurre da lugar, aunque en proporciones muy diferentes, a una visión de gran parte de los estratos sociales.
            Desde la infancia empiezan a desarticular nuestra capacidad intelectual, nos imponen el deseo de tener un título universitario, de recibirnos y de obtener un buen empleo (a mayor sueldo mejor empleo), comprar una casa en algún “barrio bien”, tener un auto, formar una familia, tener un perro y un televisor grande. Con eso llenan el horizonte mental de la mayoría de la clase media universitaria. Las neuronas empiezan a negarse a hacer su trabajo si a eso le sumamos música basura, cine basura, literatura basura (dudo al poner esto último, ya que pocos estudiantes universitarios se han cruzado en su vida con un libro) y todo lo que nos ofrece el mercado para que las clases medias consumamos, devoremos. Agreguemos también a los grupos de pares -ya que los estudiantes no suelen socializar con personas de otras clases sociales, y menos si son más bajas-, que hacen que se potencie esa sucesión de deseos que mencioné anteriormente. Esta sucesión de deseos no es otra cosa que el deseo de ascenso, de consumo. Quiero creer que son deseos impuestos, que no son inherentes al ser humano.
            Como no frustrarse rodeado de una sociedad así. Que dejan la razón de la que tanto alarde hacen en la mesita de luz, bien cajoneada, antes de salir a enfrentar cada día. Además, esta situación se profundiza, ya que parece que todo aquel que va ascendiendo económicamente empieza a desdeñar al que tiene menos, tal vez porque le hace ver las penurias que le podrían acaecer, tal vez porque teme caer. Tal vez porque puede llegar a perder su poder de consumo, que lo diferencia del pobre, del indigente. Tal vez porque de esta manera se nos enseñó y así lo aceptamos. Así, van(o, por que no, vamos) entrando en esta escalera de la frivolidad, de la discriminación, de la mediocridad. No tienen las riquezas para ser de clase alta, no tienen ningún saber más allá de lo académico, no tienen la dignidad y solidaridad que puede alcanzarse en ciertos casos en clases bajas. Sólo poseen su poder de consumo. Y este poder de consumo los sumerge en un caudaloso río que no les permite tomar una pausa para reflexionar.
El mundo se restringe a esto, y todo aquello que amenace sus valores recibirá su implacable desdén. Para ello se ha creado un interesante concepto, “La Seguridad”. La Seguridad es la encargada de velar que estos Valores, con mayúscula, no sean depuestos por otros valores, con minúscula. Es, como decía cierto filósofo alemán, la garantía del egoísmo.

               La llegada a la Universidad, que personalmente me traía ciertas esperanzas, vino de la mano con una profunda decepción. Tal vez parte de la culpa es mía, por haber decidido estudiar Ingeniería, la cual, junto al Derecho es uno de los caballitos de batalla del sistema. De haber elegido una carrera humanística, social, probablemente la situación sería distinta. En ese caso, quizá sería despreciado por el ego de muchos de mis actuales compañeros, ya que creen estar en la cima de la pirámide de la inteligencia, pero sin duda en las charlas con mis nuevos colegas tal vez se podría hablar de cuestiones más esenciales que la compra de ropa en los ratos libres. O tal vez no, realmente ya no lo sé. La vida nos va haciendo de a poco perder la esperanza. Durante la secundaria protestaba continuamente contra mis compañeros que se la pasaban hablando de lo que veían en televisión, con la esperanza de que cuando llegue a la universidad la cuestión cambiaría. Para nada, ahora me la paso discutiendo con gente que tiene las mismas costumbres.
            Tal vez el problema reside en que algunos creíamos en la Universidad por el papel que marcó en la segunda mitad del siglo pasado. Tanto Papá cuéntame otra vez nos fundó esperanzas que no tenían razón de ser. La distancia que separa a las universidades de aquél mayo del ‘68 con las actuales es abismal. Por supuesto, siempre existen salvedades, y tal vez es un error mío demandar una actitud crítica hacia la sociedad a una universidad de ingeniería, de economía o a una de derecho. Estas son las carreras predilectas para insertarse sin roces en el sistema de producción actual. Las carreras humanísticas son desprestigiadas constantemente y se ponen innumerables trabas ante estas. “¿Vas a estudiar filosofía? ¿Y de qué pensás laburar?” Donde dice filosofía se podría poner historia, sociología, trabajo social y muchas más. Eso sí, lo que seguro no se podría poner es Ingeniería, Derecho, Economía.
            La época dorada de la universidad, aquella donde los estudiantes tenían un pensamiento crítico; donde luchaban contra la imposición de la cultura de masas, de la sociedad de consumo; donde se embanderaban en la resistencia pacífica; donde marchaban junto a los obreros, ha sido absorbida en gran medida por eso contra lo que luchaban. Hoy los estudiantes cayeron en la sociedad de consumo, aceptaron este sistema, se conformaron con mantener su bienestar, aceitaron su inserción, perdieron la batalla. Es increíble como en todo lo que nos ofrecen, dígase educación, entretenimiento, trabajo, etcétera se van colimando todas las críticas, se van persuadiendo las disconformidades, se van imponiendo día a día políticas que hacen que no cuestionemos. En todos lados se ve esta influencia. ¿Cómo luchar contra algo así? Que probabilidad hay de que, siendo un tipo nacido en la clase media, no entremos a ser un engranaje más de esta sociedad de consumo, con ideas impuestas por la televisión, con nuestros educadores martillándonos la cabeza durante años, con el vértigo que nos imponen para no pensar en nada más que en todas esas metas que uno debe cumplir para adquirir ese status quo necesario. Y en caso que estemos dentro de esta pequeña porción que escapó a la magia del mercado, ¿qué alternativas tenemos? ¿Nos convertimos en unos nihilistas, constantemente frustrados e indignados, que no hacemos más que insultar a la sociedad? ¿Realizamos alguna tarea solidaria como para sentir que estamos haciendo algo útil?
            Sin duda esto último calmará el infortunio, tanto interior como exterior.  Interiormente seremos presa de una alegría profunda, de saber que a pesar del sacrificio, la lucha por los demás nos da la certeza de estar transitando por un camino trascendental. Confraternizar con el sector de la humanidad más vilipendiado nos hará caer en cuentas de lo que es la realidad; tal vez eso haga desaparecer toda la superfluidad en la que nos sumergieron desde niños para continuar insertos en esta sociedad. Si una vez que alguien toma consciencia de cómo vive el otro, el excluido, aquél al que todo han robado, y a pesar de esto sigue feliz en la burbuja del consumo y la frivolidad la única razón que se puede dar es que se está en presencia de un reverendo hijo de puta. Pero quiero creer que éstos son los menos, quiero creer que el desprecio que se da a las clases más humildes es producto de haber sido permeables al discurso televisivo que pretende que creamos que la inseguridad o la violencia corresponden a una clase social determinada, y que no fue la sociedad en general la que comenzó la violencia al no darles oportunidad alguna; que nos han ido convenciendo que el chico que está limpiando los vidrios en los semáforos es un delincuente en potencia, que afea la ciudad, que en países serios eso no pasa (sino pasa es porque los garantes de nuestro egoísmo, la policía, la bendita seguridad, se encargó de alejarlos también de los “sectores bien” de nuestra ciudad). Tal vez sí, muchos creen que es así, pero espero que sea por no haber hecho uso de eso que nos han ido despojando, el pensamiento crítico.
Con la deshumanización de las grandes víctimas, “los violentos”, “los ladrones”, “los asesinos”, “los drogadictos”, logran en gran medida generar ese aborrecimiento hacia este sector desamparado. Muchas veces directamente se los ignora. Son un pozo en el camino al que hay que tratar de esquivar. Incluso peor que esto. No es raro escuchar personas que se quejen del estado de las calles (menos en mi caso, que actualmente resido en Paraná, donde debe haber habido una lluvia de meteoritos hace un tiempo porque las calles son un colador). Muchos paranaenses defienden la belleza de su ciudad, la variedad de cosas que ofrece, la belleza del microcentro. El problema urgente a resolver en la ciudad son los pozos. Vemos que incluso los pozos atraen mayor atención que las villas miserias. No escuche a nadie decir que el problema de Paraná es la cantidad de gente que en barrios (inclusive cercanos al centro) vive en condiciones más, mucho más, que precarias. Leía en una entrevista realizada a Hugo García, un psicólogo social que trabaja en un proyecto “Situación en calle”, en la que decía: “Uno de los proyectos que teníamos hasta el año pasado era trabajar en la comunidad la vulnerabilidad social. Trabajábamos en el Volcadero, en el Humito con los niños. Hay una cantidad de barrios de los que los paranaenses no tienen conciencia en las condiciones en las que se vive, a veces nos pasa como a los porteños que se les acaba el país en la General Paz, a nosotros en el micro centro. Y el Volcadero está a diez cuadras del centro”. Pero no, para el ciudadano de clase media esos barrios no son más que un montón de cuadras desordenadas en Google Maps. El problema de Paraná son los pozos. Y no es que quienes opinen así sean reverendos, como el señor hipotético del que hablamos antes, sino que no toman conciencia de esto. No es un problema a resolver porque tal vez nunca nadie se los planteó, o cuando se habló de este sector quienes lo hicieron fueron los medios.
El comportamiento egoísta, que se va generando a medida que se van escalando posiciones económicas, que se tiene cada vez más y más, debería ser más débil que el sentimiento de solidaridad hacia el otro. Es el amor a una cosa contra el amor a la vida. El tema es que nadie lo pone en estos términos, se oculta la vida del otro sector. Al despojársele de humanidad, el hecho de rechazarlos deja de tener que ver con la vida. En términos drásticos, la contienda pasa a ser el amor a una cosa contra el amor a la delincuencia. O simplemente, en el caso más usual que es la indiferencia, pasa a ser el amor a una cosa contra nada. Pero creo que si en realidad se tomara conciencia de esto, si se viera en el prójimo a una persona desconocida, a la que le ha tocado tener un pasaje por esta vida con numerosas adversidades, si se cayera en la cuenta de que además del mundo sensible en que nos movemos, existe otro mundo suprasensible (para nosotros) en el que habitan seres humanos que deben enfrentar a la vida todos los días, para volver golpeados a sus casas y muchas veces no tener que comer, si lográramos empatizar con ellos, seguramente dejaríamos de ver el sentido de nuestras vidas en continuar con nuestro consumo.
Osvaldo Bayer ha hablado al respecto de esto con esa fuerza con la que suele hacerlo. Osvaldo es un destino a seguir, puede arrancarnos de la desesperanza y la impotencia para animarnos a seguir hablando  de cosas imposibles, ya que de lo posible se sabe demasiado, a seguir creyendo en la utopía. En unos textos sobre Elisabeth Käsemann, una joven socióloga alemana que trabajaba en las villas miserias y en los establecimientos fabriles en nuestro país y que fue asesinada por la dictadura militar por solidarizar con un país desconocido en el que halló personas desamparadas que a pesar de hablar otro idioma y pertenecer a otra clase social, para ella (a diferencia de para muchos otros) seguían siendo personas, escribe Osvaldo Bayer:
«La alegría interior es hija de la seguridad que da la lucha por los demás, sacrificarse por lo humano. El ver en el prójimo al compañero de un destino desconocido con quien podríamos llegar a descubrir qué criaturas somos y de dónde hemos salido.
»En todos los que luchan hay miedo, hay desesperanza, se plantea el pesimismo de la realidad diaria. Pero en el fondo de cada luchador existe la seguridad que da el saberse en el camino justo, en el único camino de nuestra salvación como seres humanos. La verdadera alegría no es la victoria, sino la lucha en sí.
»Elisabeth escribió a sus padres desde la Argentina: “vosotros allá no hacéis nada por la miseria de aquí. Poseéis tanto y aquí no poseen nada”.  Cuando escribió esta frase desesperada debe haber sentido alegría en lo íntimo de su ser, como Rosa (Luxemburgo) en la prisión. La alegría de poseer la felicidad de sentir cuál es el motivo final de nuestra vida pasajera. Krupp utilizó esa vida efímera para fabricar armas. El mariscal Von der Goltz la usó para concebir su teoría de la seguridad armada. Otros la utilizan sólo para lograr privilegios y consumir. Hay quienes estudian medicina en las universidades para terminar sirviendo a carceleros y torturadores.
»Los argentinos que vivimos en el exilio en suelo alemán no podemos menos que expresar nuestro desconcierto ante esta tumba: esta joven mujer alemana dio su vida por nuestro pueblo. Y eso nos obliga. Nos sentimos responsables por esa muerte. Fueron oscuras figuras de verdugos argentinos uniformados quienes abrieron las rosas mortales en su lozano y bello cuerpo. Esa fue la hospitalidad que se le ofreció a la sensible viajera, que en su equipaje nos trajo las ideas del generoso y desprendido movimiento estudiantil del Berlín del ’68. »
Ahora gran cantidad de estudiantes no tienen ni remota idea que pasó a fines de la década del ’60 en las universidades, al menos en mi facultad. Para no finalizar este escrito con comentarios pesimistas, soñemos con que la situación se vaya revirtiendo, que de a poco se vaya adquiriendo conciencia social, que veamos que hay cosas más importantes que pueden hacer que nos salgamos de nuestro preconcebido plan igual al de todos aquellos que poseen un pasar económico bueno, que antes de comprar la casa, el televisor y el auto veamos que en vez de continuar ascendiendo en la escalera de la frivolidad, podemos realmente ser una buena persona. Y para los que ya nos hemos planteado eso, hay que pensar que además de decir, deberíamos comenzar a hacer. No habrá mayor homenaje que este para todos aquellos que, como Elisabeth, Agustín Tosco, Klaus Zieschank, “Pocho” Lepratti, por nombrar sólo algunos, y tantas otras personas anónimas, dieron su vida por causas que muchos creen perdidas.

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Agustín Tosco: fue un dirigente sindical argentino de una honestidad sin límites, que tras su participación en el Cordobazo acabó preso. Murió perseguido por el sector derechista del peronismo, la Triple A, de una encefalitis bacteriana. Es uno de los más grandes luchadores cordobeses, quién marchó al frente denunciando los crímenes de la dictadura y nunca transó con el sindicalismo burócrata.
Canción de los Olimareños que aparece en el documental Tosco, Grito de Piedra
Canción de Jauría:

 Klaus Zieschank: fue un estudiante que formó parte de los movimientos de solidaridad hacia América Latina, que denunciaban el terrorismo de estado y las violaciones a los derechos humanos cometidos por la dictadura. Fue secuestrado, torturado y asesinado, y el hallazgo de su cuerpo fue la confirmación del lanzamiento de cuerpos al Río de la Plata para su desaparición.

 Claudio “Pocho” Lepratti: tenia 35 años, había nacido en concepción del Uruguay, pero decidió vivir en el barrio Ludueña (Rosario) para trabajar con los más humildes. Coordinaba los talleres para niños, y daba clases de teología en la escuelita del padre Edgardo Montaldo, también trabajaba con el grupo de jóvenes "La Vagancia". El miércoles 19 de diciembre, harto de que la policía dispare contra pibes y mujeres, se subió a la terraza de la escuela Nro. 756 del Barrio Las Flores, donde colaboraba con la preparación de la comida. Intentó parar la represión, pero un policía del móvil Nº 2270 del comando radioeléctrico de nuestra ciudad disparó directamente contra el cuerpo de Pocho. La bala de plomo se alojó en la traquea y lo mató, llevándose a un militante de la vida y a una persona que luchaba día a día por cambiar las podredumbres de este mundo. [Extraído de http://www.pochormiga.com.ar/]

León Gieco compuso una canción en homenaje a este personaje tan lleno de coraje civil, solidaridad y altruismo.

martes, 5 de julio de 2011

La decadencia cultural

Antes que nada debo aclarar una cuestión para que no se malinterprete: este texto va dirigido con exclusivo ensañamiento hacia las clases medias, ya que a diferencia de las clases más humildes, estas tuvieron la oportunidad de despegar intelectualmente, de no quedarse en la mediocridad, pero no lo supieron aprovechar.

La intención con la que comenzamos este espacio fue, como bien ya dijimos, instaurar una discusión sobre temas esenciales. Proponer un espacio de debate, comenzando por nuestra facultad, pero extendible a cualquier otro sitio. Dar una visión de la vida ajena a la mediocridad que nos ofrece día a día el mercado y, de a poco, intentar dar a conocer autores, textos, ideas que tal vez no estaban en las góndolas que tenemos al alcance inmediato. Hay algo en lo que no quedan dudas, en lo que va desde la creación de este espacio, fracasamos totalmente en nuestro objetivo. Quienes se han sumado a las tenues discusiones que hubo ya tenían una posición formada y no se encontraban en la burbuja de la pavada, festejamos este hecho, pero, al menos personalmente, siento cierta frustración por no haber metido cierto ruido en todos aquellos a los que no les interesa para nada ningún tema, a nuestra consideración trascendental.

Es un vacío ante el que nos encontramos en todos los rubros. Por ejemplo, uno intenta hablar de música y dentro de las cartas a escoger sólo hay mediocres, negociadores, mujeres en las que dios se concentró tanto en hacerles un cuerpo fenomenal que se olvido de ponerle cuerdas vocales. Aquí no sería para nada extraño que alguien exprese su trabajada fórmula: “Sobre gustos no hay nada escrito”.  Dudo que no haya nada escrito, pero más allá de eso, existen cosas de calidad y cosas malas. Tal vez una forma fácil de darse cuenta de esto es en la trascendencia a través del tiempo. Bethoveen, Mozart, Miles Davis, Coleman Hawkins, John Lennon, Silvio Rodríguez, por nombrar sólo una ínfima parte, o bien nunca estuvieron de moda, o lo estuvieron durante un tiempo, pero siempre persisten, y persistirán. Las canciones ultra de moda, que si no las conoces estas out, que pasan día a día en la radio no creo que persistan por más de 3 meses. El mercado se renueva, la gente debe mantener su neurona concentrada en la nueva canción. Lo mismo sucede si hablas de cine: lo más visto es Avatar, Harry Potter, y miles de porquerías más. Películas taquilleras que cosechan altas sumas, que invierten millones y millones en publicidad y efectos especiales, pero que son una rotunda porquería. La mayoría no tiene la mínima idea de quien es Tarantino, Woody Allen, nadie vio un Cinema Paradiso, Lo que el viento se llevó. Lo mismo vuelve a suceder si hablamos de libros: lo más leído es… ¡Ah! Aquí no hay nada. A lo sumo algún aventurero que se leyó una parte del Señor de los Anillos, pero después llego a la conclusión de que ver la película le iba a ahorrar tiempo.

Pero lo preocupante no es que no conozcan de la existencia de grandes artistas, de grandes libros, de grandes músicos. Todos somos ignorantes en la mayoría de las cosas. Lo preocupante es que no muestren el mínimo interés por absolutamente nada que este fuera de la agenda cultural marcada por la televisión, los programas radio-idiotas.

Probablemente pensamos que iba a ser más fácil hablar sobre ciertas cosas, al menos en nuestro círculo de conocidos, ya que creí que por lo menos por compromiso nos iban a leer. Pero no, no hay caso. Probablemente si realizáramos un blog pseudo-pornográfico tendríamos cientos de visitas al día. Tal es la decadencia en que se encuentra nuestro nivel cultural. Me pregunto si esto es inherente al ser humano o es un plan impuesto con notable eficacia.

martes, 28 de junio de 2011

Aborto, ¿despenalización?

           El tema de la despenalización del aborto es un tema muy complejo y en el que las opiniones son diversas. Por eso mismo lo queremos plantear, queremos escuchar las opiniones de todos los que leen este espacio (y si le quieren comentar a otras personas, ¡mejor aun!). No es nuestra intención dar nuestra posición y que ustedes se limiten a contraargumentar nuestro texto, sino que preferimos opinar a la par de ustedes. 

           Creemos que es importantísimo empezar a escucharse a uno mismo, aprender a participar activamente, a dar opiniones sin miedo. Estamos acostumbrados a una pasividad en la sociedad, donde no se discute ni se piensa, solo se hace. Por eso nos parece que esta iniciativa puede aportar su granito de arena para activar el debate popular, no sólo a ser oyente de lo que se hable en los medios, sino a empezar a dibujar uno mismo su posición, sin temor a equivocarnos, abiertos a las opiniones de los demás como posibilidad de crecimiento. Hay quienes afirman que no se escribe lo que se piensa, sino que piensa lo que se escribe.

           Así que los invitamos a que debatan con nosotros sobre este tema, que tarde o temprano la sociedad deberá discutir. Consideramos que no es sólo la posición que se tome al respecto lo que importa sino los argumentos que podamos esgrimir para defenderla. También es esencial el respeto a la posición ajena, y que la forma que se la refute sea mediante argumentación-contra argumentación. Esperamos que nos acompañen en esto y que se animen a dar su posición, a pesar de las vacilaciones que se puedan tener en el momento de esgrimir una opinión, sobre todo en un tema tan polémico como es el que pretendemos discutir. Se lo agradeceremos.  

           Sin más, nos gustaría escuchar sus ideas y discusiones.    

sábado, 25 de junio de 2011

Desgarros


Una pareja de ancianos ha hecho su hogar en la plaza, tan sólo con su colchoncito y su amor mutuo. Sólo con eso hacen frente día a día a la condena que deben pagar por el crimen de haber quedado fuera del sistema.
Desde su húmedo rincón, tan cerca de la pasarela de la frivolidad, pero, a la vez, tan lejos, observaban el espectáculo del consumo. Relojes y pulseras, vestidos y remeras, tantas cosas con las que camuflar la vida, tantas cosas, que al fin, de tan bien camuflada la vida termina extraviada.
Extraviada como ellos, fuera de los engranajes, sintiendo como se posan, cautelosamente y con cierto desdén, las miradas de quienes transitan para luego perderlas nuevamente en vidrieras, como tratando de borrar un mal recuerdo.
A pesar de que pretendamos ignorarlo están ahí, y ahí seguirán. Las vidrieras nos pueden haber ido encerrando y, al ser espejadas, lograr que no veamos bien lo que hay fuera. Pero ellos están.
Algún niño, todavía envuelto en la maravillosa inocencia, tal vez pregunte a su madre al pasar:
¿Por qué esos abuelitos duermen ahí? ¿Por qué no van a su casa?
La madre probablemente de una respuesta evasiva y le muestre algún juguete al niño para desviar su atención. Claro, es que los chicos no deben a su edad ver las injusticias del mundo para manchar su infancia. Pero resulta que son ellos los únicos que notan estas cosas, el resto sólo pasa y mira hacia otro lado.
Cómo notar que dos personas, que por esos milagros de la vida se aman a pesar de las circunstancias, no tienen hogar. Cómo ponerse en la piel de estos dos ancianos, que juntos se enfrentan a las duras noches de invierno, a las condenadas lluvias que mojan su maltrecho colchón, a la indiferencia de una sociedad egoísta y perversa. Es fácil desde la comodidad del hogar hablar de igualdad, de solidaridad.
Frente al promocionado sueño de lo posible se encuentran dos personas que demuestran su falsedad pero que, a pesar de tanto desgarro, se hacen compañía y enfrentan este devenir tempestuoso codo a codo.

viernes, 17 de junio de 2011

Gorilas

Resurgimiento de gorilas luego del bombardeo a Plaza de Mayo y del derrocamiento de Perón.

           La más perfecta denominación que, en mi opinión, haya dado la política argentina. Nada mejor para decir tanto con tan poco. Una palabrita. Sin embargo, apenas alguien es señalado así sabemos de que se trata (podemos llegar a hacer la excepción de cuando el peronismo,  espacio del que surge el término, critica a la izquierda). Pero, habitualmente, nos sirve para entender. También se les puede aplicar a muchos peronistas, basta escuchar un rato al Teniente General Duhalde para convencerse. Pero quedémonos con la palabra, Horacio Gonzales define al gorila como aquel que “piensa desde un prejuicio”.  Quedémonos con eso. Ya que como vimos antes, no es aplicable de acuerdo a las ideologías (Norte-Américo  Ghioldi (1) era un socialista bien, pero bien, gorila por ejemplo).
            Pensar desde un prejuicio. Apuesto a que cualquiera que lea esto se le vienen varios ejemplos cotidianos a la cabeza. Los prejuicios pueden ser de distintos tipos: religiosos, étnicos, socio-económicos. Aunque para nuestro personaje, es, esencialmente, una cuestión de clase. Acá el problema es el negro. Los cabecitas negras de Eva Perón, los migrantes internos de la década del 40. Aunque, permítasenos el anacronismo y veamos como el gorilismo precede a la creación del término;  los migrantes externos, esos españoles, tanos, rusos, etc. que venían  en busca de pan y trabajo también fueron recibidos con el mismo encanto gorila. Eran esos tipos que venían a contaminar a la “raza” argentina. Lo mismo podríamos decir en la actualidad con el odio a bolivianos, peruanos, paraguayos, con quienes el odio del argentino “bien” (se autodenominan así, los argentinos de bien, la gente bien, las familias bien y cuanta combinación se les ocurra con la palabra bien)  se ensaña con una crueldad particular. La explotación y  el hacinamiento al que son sometidos los recién llegados (desesperados, no olvidemos) es una muestra de ese odio.
            Pero lo bueno del odio gorila es que tiene para compartir. Porque la gente del interior (todo tiene interior, si sos de Buenos Aires, el interior son las provincias; si sos provinciano hay también alguien del interior que es menos que uno)  también recibe su dosis. El gorila rural, purísima expresión de la especie, siempre tiende una mano al desempleado del campo, permitiéndole trabajar durante las cosechas en condiciones envidiables (para un habitante del infierno del Dante, para cualquier otro es trabajo esclavo).
            Lógicamente, el gorila está en contra de todo tipo de Gobierno Populista. Y entienden por populista cualquier política que otorgue  a través del Estado alguna especie de asistencia social. El Estado no está para esas cosas. Para ellos, el Estado es, o debería ser, un Gendarme; debe estar listo para castigar a aquellos que osen intentar tomar algo, la más mínima parte de la Propiedad Privada, que como no podía ser de otra manera, la concentran ellos. Son las clases propietarias, por lo tanto manejan los factores de producción, ergo,  dan o quitan el trabajo, manejan los precios y los salarios (suponiendo que impere su Estado Gendarme). Y aquí, en Argentina  y en buena parte de América Latina, el factor de producción por excelencia es la tierra. Ellos son dueños de la tierra. Y, de yapa, de lo que esté encima.  De aquí que ellos son la Patria, porque la Patria es la tierra. Todo les cierra perfectamente, en la tenencia de la tierra encuentran su justificación, la justificación de su dominio.  Ellos, así, son el Campo, son la Patria.
            La Iglesia, fiel representante de Dios (¿cabe la más mínima duda de esto?  Bergoglio debe chatear con Dios a diario…) los bendice y los reconoce en su posición. Para redondear la ecuación están las Fuerzas Armadas, que fueron los garantes de que el Estado efectivamente haya sido el gendarme que los gorilas necesitan (con la única excepción del gobierno de Carlos Menem, ahí  fue el propio pueblo el que se cavó la fosa).
            Llegamos a una fórmula interesante: La Iglesia, el Campo (con mayúscula) y el Ejército. Dios, Patria y Hogar.  Este nefasto slogan, heredado del Franquismo, justifico las atrocidades, conocidas por todos, llevados a cabo por la última dictadura cívico-militar. Pero dentro de las atrocidades está, justamente volver a centrar al agro como industria fundamental del país. Nuevamente privilegiando a la clase propietaria de la tierra en desmedro del resto de la población (que de por sí ya está en desventaja con la clase propietaria). Este modelo económico y social es el que persiste hasta nuestros días, es el que defendió con uñas y dientes en el debate por la famosa resolución 125 en el 2008 la bendita clase media argentina. Ahí se pudo ver bien, sin ningún tipo de antifaz, que piensan de la distribución de la ganancia (sí, de la ganancia, nadie les toco su Sacrosanta propiedad) un sector importante del país. Muchos de ellos se sumaron enfurecidos a los cacerolazos del 2001-2002. Claro, los ahorros. Diez años de Menemismo, de enajenación de los bienes del Estado,  empobrecimiento generalizado, corrupción a más no poder, una Corte Suprema adicta, y... nada, ni se mosquearon. 1 a 1 y todos contentos. Pero claro, la plata de ellos sí vale el reclamo, los demás, que se arreglen. 
            Ellos eran los que festejaron el voto no positivo en el Monumento a los Españoles  y en varios lugares más del país. Aquí recordaré, con dolor, que también hubo sectores de la izquierda por esos días apoyando al “Campo”, o sea, a la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentina, y más llamativamente, ConiAgro  y la Federación Agraria (se ve que Alcorta se quedó mudo).  No pensamos que volveríamos a ver ese tipo de juntas, ocurridas por primera vez por las décadas del 40 y del 50 cuando el Partido Comunista y el Partido Socialista marchaban junto a los sectores más recalcitrantes de la sociedad contra el Peronismo.  En ese momento fue que el término gorila se le aplicó a gente de “izquierda”.
            Para ir concluyendo, retomamos la definición de Horacio Gonzales, “pensar desde un prejuicio”.  Esos prejuicios hieren diariamente a nuestra sociedad, la corroen, generan violencia (la que después le achacan a sus odiados negros), impiden cualquier tipo de progreso. Y lo peor, es que es todo por plata. Por tener un poco más  (aquí “poco” es inexacto) parecieran ser de otro planeta. No desconocemos lo que ellos piensan de gente que, como nosotros, trata de mostrarles su egoísmo avasallante. Creo que el genial Enrique Santos Discépolo los interpreto de maravillas (aquí nuevamente les pedimos permiso para el anacronismo, todavía no se llamaban gorilas en 1928) en su tango “Que vachaché” (2):

Piantá de aquí, no vuelvas en tu vida.
Ya me tenés bien requeteamurada.
No puedo más pasarla sin comida
ni oírte así decir tanta pavada...

¿No te das cuenta que sos un engrupido?
¿Te crees que al mundo lo vas a arreglar vos?
Si aquí ni Dios rescata lo perdido!
¿Que querés vos? ¡Hacé el favor!...

Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda...
Plata, plata, plata... plata otra vez...

Así es posible que morfés todos los dias,
tengas amigos, casa, nombre... y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogo en la sopa:
la panza es reina y el dinero Dios.

¿Pero no ves, gilito embanderado,
que la razón la tiene el de más guita,
que la honradez la venden al contado
y a la Moral la dan por moneditas?

¿Qué no hay ninguna verdad que se resista
frente a dos pesos moneda nacional?
Vos resultás, haciendo el Moralista,
un disfrazao... sin carnaval...

¡Tirate al río! ¡No embromes con tu conciencia!
Sos un secante que no hace ni reir...
Dame puchero, guardate la decencia...
¡Plata, plata, plata! ¡Yo quiero vivir!

¿Qué culpa tengo si has piyao la vida en serio?
Pasas de otario, morfas aire y no tenés colchón...
Que vachache? ¡Si hoy ya murió el criterio!
Vale Jesús lo mismo que un ladrón...

1.                  Américo Ghioldi (1899-1985) fue un dirigente del Partido Socialista. Fue miembro de la Junta Consultiva Nacional durante la Revolución Libertadora en representación de su partido. Luego formó parte de la escisión del Partido Socialista y fue parte del Partido Socialista Democrático. Fue  embajador durante el Proceso de Reorganización Nacional.

2. “Que vachaché” interpretada por el gran Carlos Gardel. 

domingo, 12 de junio de 2011

Levisté, égalité, fraternité

Hoy queremos compartir con ustedes una nota escrita por Juan Gelman para Página12. En ella el autor utiliza información revelada por Wikileaks de los cables diplomáticos norteamericanos. En particular, estos hablaban sobre Haití y la defensa desvergonzada que hacen de las superganancias de sus empresas instaladas en ese país. Lógicamente ahí se realizan las tareas de producción, a salario vil; las tareas administrativas, bien remuneradas, se llevan a cabo en la metrópoli.
            Ahora bien, no podemos mostrarnos sorprendidos. No nacimos ayer, ni  nos acabamos de enterar de que vivimos bajo un sistema de explotación que carece de escrúpulos. Pero, para que los inescrupulosos que manejan el mundo tengan ese poder desmedido, necesitan de nuestro granito de arena. Gelman trata en la nota a las marcas de ropa que fabrican sus prendas en países pobres (Haití, es el más pobre de América) disminuyendo así  sus costos de producción, con altísimas tasas de pobreza y desempleo; cualquiera va a trabajar por  2 pesos, digamos. ¿Quiénes son los que compran ropa a esas marcas para contribuir a su más que positiva balanza de costos-beneficios? Nosotros. Toda multinacional (multinacional por donde opera, habitualmente con sede en EEUU o en Europa) se enriquece porque sabe donde producir y porque sabe donde vender. Y no pasa sólo con la ropa, la mayoría de las cosas de “marca” tienen que ver con esta historia de explotación.
Gelman se centra en la crítica a la defensa corporativa que emprenden algunas entidades del Estado Norteamericano para con sus empresas (que son perfectamente conscientes del daño que le hacen a los pueblos que “emplean”). En esta introducción, que no pretende parangonarse con lo que puede  escribir una pluma como la de Gelman, queremos destacar que para que esas multinacionales mantengan sus estándares de ganancias necesita, básicamente, que les sigamos comprando sus productos.  Quizás la lucha contra el sistema de explotación podría empezar con, al menos, abandonar el consumismo e independizarnos de toda la basura que nos venden por buena sólo porque trae una marca.

Otro Wikilicazo

Por Juan Gelman

La “nacionalización” de los documentos de Wikileaks, es decir, su publicación mayoritaria sólo en periódicos de los países concernidos, suele apagar la dimensión de sus revelaciones. Los semanarios Haïti Liberté y The Nation están dando a conocer el análisis de 1918 cables sobre la nación caribeña. Y oh sorpresa: EE.UU. se preocupa mucho por los salarios de los trabajadores haitianos. Sorprende menos la forma en que lo hace.

Haití, se sabe, es el país más pobre del hemisferio. La renta per cápita es una décima parte de la de sus vecinos del Caribe. Fue una de las colonias más rentables para Europa y constituyó en buena medida la fuente de la riqueza de Francia en el siglo XVIII. No ha cambiado su suerte, sólo el amo.

En junio del 2009, el Parlamento haitiano aprobó por unanimidad un aumento del salario mínimo: de 1,75 dólar diario a 5 dólares por jornada de ocho horas. Los propietarios de las fábricas de ropa que maquilan para grandes empresas estadounidenses del ramo como Fruit of The Loom, Hane y Levi’s se opusieron al aumento de 62 centavos de dólar por hora que eso entrañaba. Los documentos filtrados por Wikileaks revelan que el rechazo de esas compañías tuvo el apoyo consistente de la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) y de la embajada norteamericana.

Los dueños maquileros comunicaron al Parlamento de Haití que estaban dispuestos a dar un aumento de nueve centavos de dólar la hora a quienes trabajan en la confección de playeras, corpiños y ropa interior para gigantes como Dockers y Nautica. El Departamento de Estado presionó al entonces presidente René Préval para que interviniera. Un cable de la embajadora Janet Sanderson, fechado el 10 de junio del 2009, advierte a Washington: “Una intervención más visible y más activa de Préval puede ser determinante para arreglar la cuestión del salario mínimo y las protestas que se producirán, pero se corre el riesgo de perder completamente el control de los medios políticos”. Dos meses después, Préval negoció con el Parlamento dos niveles de aumento del salario mínimo: 3,13 dólares diarios para los trabajadores de la industria textil y 5 dólares para los de los demás sectores industriales y comerciales.

Tampoco esto satisfizo a la embajada. David E. Lindwall, jefe adjunto de la misión, señaló que un salario mínimo de 5 dólares por día “no toma en cuenta la realidad económica” –¿del país, de las empresas?– y que se trataba de una medida populista para complacer “a la masa de desempleados y mal pagados”. Cabe reconocer que el señor Lindwall algo sabía de la enorme tasa de desocupados del país: 85 por ciento de la fuerza de trabajo.

Tal vez no le interesara el fenómeno “clorox”, nombre de un conocido producto de limpieza, que aludía al dolor estomacal provocado por el hambre que asoló a Haití en el 2008, como si los afectados hubieran ingerido ese líquido. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas estima que 3,3 millones de haitianos, un tercio de la población, viven “en estado de inseguridad alimentaria”. Según un estudio de la Workers Rights Corporation, una familia obrera típica –padre, madre, dos hijos– necesita al menos 13,75 dólares diarios para cubrir los gastos indispensables del hogar. A la Usaid, al Departamento de Estado y a las grandes empresas norteamericanas del vestido les parece muchísimo.

Los cables de Wikileaks testimonian la prolija atención que la Embajada de EE.UU. prestó a la cuestión del salario mínimo a lo largo de 20 meses, de febrero del 2008 a octubre del 2009. En ellos se arguye sobre el supuesto peligro que el aumento salarial entraña para la asistencia de la Usaid a las fábricas de ensamblaje, destinada a aumentar la productividad, no los sueldos. El encargado de negocios Thomas C. Tighe justifica en un cable de fecha 17 de julio del 2009 la negativa de los industriales textiles al aumento: afirma que, según un análisis financiero de la Usaid, “forzaría a las fábricas a cerrar”.

También preocupó a la embajada el impacto político de la batalla por el salario mínimo, en particular las violentas manifestaciones de obreros y estudiantes del 2009. La policía y unos nueve mil soldados de la llamada Misión Estabilizadora de las Naciones Unidas en Haití, que ocupan el país desde el 2004, las reprimieron con idéntica violencia. Con razón, desde luego: las ganancias de Levi’s son intocables.

Las protestas lograron que en octubre del 2010 se estableciera un salario mínimo de 5 dólares diarios en las ensambladoras y de 6,25 en las demás actividades industriales y comerciales. La Usaid, la Embajada de EE.UU. en Puerto Príncipe y la Cámara de Industria y Comercio de Haití siempre agitaron el mismo fantasma: el aumento del salario mínimo conduciría al cierre inmediato de la industria del país y aumentaría el desempleo. Pareciera que no. Como la plataforma Haitiana por un Desarrollo Alternativo declaró en un comunicado de junio del 2009, “las dos cosas son mentiras”. 

sábado, 4 de junio de 2011

Cambiar de Camino




Es hora de dejar de mirar para otro lado, estamos enajenando el patrimonio nacional y el porvenir, aunque suene lejano, va a venir. Cual será nuestro destino si no se comienza a torcer el rumbo hacia la autosustentabilidad; si no se industrializa la producción y simplemente seguimos exportando productos primarios, que no sólo nos dejan a merced de las decisiones extranjeras y sólo favorecen a una pequeña cúpula, si no que también destruyen las tierras que todos suponemos, y así nos lo enseñan en la primaria, inacabables; si no empezamos trazar proyectos que puedan amortiguar la abrumadora crisis energética que se vendrá; si no se regula la extranjerización de tierras; si no se comienza a respetar la multiculturalidad; si no se fomenta la educación; si no se discute el sindicalismo y no se desmantelan las mafias relativas al mismo y a la policía; si no se cambia el marco legal que se instauró durante las décadas de neoliberalismo; si no se investiga la deuda externa; si no se modifica el sistema impositivo para que los que mas tengan paguen más; si no se deja de profundizar el modelo en vez de cambiarlo.






            Ensayaremos en este texto una suerte de balance de los gobierno kirchneristas. El discurso oficial, sumado al lumpenaje periodístico de la oposición, puede llegar a orientar la mano votante hacia el Frente para la Victoria. La Asignación Universal por Hijo, la Estatización de las AFJP, los avances en la política de derechos humanos, la condena a los genocidas, la renovación de la Corte Suprema de Justicia, la Ley del Matrimonio Igualitario, hicieron que un buen grupo de gente se acerque a la política, a la militancia. Esto es un hecho, en su mayor parte, positivo, sobre todo en los jóvenes, ya que la militancia de éstos añade cierto entusiasmo a la desvencijada política actual. Como algunos inconvenientes se podrían citar la formación orientativa que dará la militancia, viendo sólo un sector de lo que realmente sucede. Sin embargo, esto sucede y sucederá siempre. Los organismos “educadores”, formativos, lo hacen desde su punto de vista. Sarmiento, nuestro padre de la educación, intentó durante años convencer a la clase dirigente que una educación bien orientada sobre la población no era perjudicial para el poder, ya que se podía enseñar desde su perspectiva. Igualmente nuestro Prócer sostenía que la educación era conveniente, pero solo hasta la primaria, secundaria y estudios superiores ya no eran tan provechosos. El no logró convencerlos, pero con el tiempo eso se logró. Actualmente, para obtener un panorama general en esta sociedad de los medios de (des)información, como la llama Noam Chomsky, no hay otra opción que tratar de ver los distintos sectores de la realidad que se enfocan (dibujan) desde las distintas corrientes ideológicas y entre todas las piezas tratar de esbozar algo que se aproxime a la misma. A pesar de esto, como ya dijimos, la militancia es algo positivo, siempre y cuando se discuta, se reflexione y se cuestione al partido.
            La teoría del “Mal Menor” también suma algunos votos en su favor. Si bien es cierto que la oposición es vergonzosa, y en su gran mayoría, peligrosa, hay que evitar estas afirmaciones Panglossianas que tienden a dejar todo como está.
            El terreno de los grises no está muy de moda, por lo cual no hay una actitud reflexiva ante las cosas positivas que hace el gobierno y las cosas negativas, o que no hace. De un lado del bando son todas críticas y del otro todo alabanzas. Anteriormente nombramos algunas de las medidas que, desde nuestra visión, son positivas. Estas medidas, sumadas al crecimiento económico y al superávit fiscal, son los pilares fundamentales de los que fomentan la “profundización del modelo”. ¿Qué modelo hay que profundizar? El Gobierno tiene un respetable discurso oficial, pero ese es el mayor cambio que ha realizado. Otras cosas no han cambiado demasiado. No es lo mismo que el Gobierno de Ménem, como cierta izquierda anacrónica indica. Pero tampoco es un gobierno progresista.
            La política de derechos humanos es un avance social importante, aunque no podemos dejar de notar que es un avance con una noción restringida, encuadrada en un hecho histórico particular (1), como lo fue la dictadura. El genocidio cometido fue el más grave de la historia, y probablemente sea difícil superar esa crueldad. Conocer lo sucedido es indispensable para que no vuelva a suceder. Sin embargo, no hay que esperar a que el horror sea tal para abrir los ojos. Actualmente, en este modelo que se debe profundizar, existen grandes problemas en la integridad humana. Los pueblos originarios, todavía, siquiera reciben un mínimo “resarcimiento” por los daños y perjuicios ocasionados por nuestros pasados gobiernos. No existen leyes que contemplen su “posesión no capitalista” de terrenos. Por este motivo, todavía son expulsados por los grandes beneficiarios del sistema que compran las tierras con ellos adentros. Hasta tal punto llega el cinismo, que se han oído rumores de que las tierras con aborígenes, en algunos sitios, son más económicas que las que no los tienen, ya que estas últimas tienen una ventaja, al no tener que lidiar expulsándolos cual si fueran una hierba mala. Ni hablar si esperásemos que se escuchara lo que ellos tienen para enseñar. Esa lateralidad de la historia que poseen podría ser muy beneficiosa si estaríamos abiertos a ella. El surgimiento del capitalismo ha venido de la mano con el apoderamiento del hombre sobre la naturaleza. El hombre deja de formar parte de la tierra y pasa a ser su dueño, y esto está devastando absolutamente todo. Es un sistema insostenible, ideas como la de los aborígenes podrían ser sumamente fructíferas para armar una posible salida que permita una existencia sustentable.
¿Cuál es la posición de nuestro gobierno “progre”? Según cuenta en una recomendable entrevista realizada por Comunicación Ambiental a Darío Aranda, periodista de Página 12 no funcional al gobierno, existe una anécdota en que se le pregunta a la presidenta qué pasaría si encontraran petróleo en un territorio indígena, a lo que responde que en ese caso "tomarían las medidas necesarias para que el traslado sea lo menos traumático posible"(2). Esto deja una clara visión de la perspectiva que tiene el gobierno sobre los derechos humanos. Está bien la memoria sectorizada, los derechos humanos de quienes fueron atrozmente asesinados y desaparecidos en el Holocausto Argentino no intervienen en negociado alguno. Sin embargo, los Pueblos Originarios aún no tienen la suerte de estar muertos, ergo, interfieren en los negociados, ergo, aún no tienen acceso a los DDHH.
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
Según el informe de la UNICEF realizado en 2010, si bien se ha reducido la tasa de mortalidad infantil levemente en los últimos años, mueren 25 bebés por día por causas evitables. “Se debe señalar que el 55% de las 9.026 defunciones neonatales y posneonatales se pueden reducir mediante controles periódicos y tratamiento médico durante el embarazo, parto y primer año de vida”(3). Existe hambre en gran parte de la población, analfabetismo, enfermedades endémicas que podrían evitarse. La pobreza, si bien se ha reducido, aún continúa siendo muy alta. Como dice el sociólogo y politólogo Atilio Borón, todo esto tiene el agravante de que “este gobierno dispuso de una coyuntura económica excepcional, como ningún otro en nuestra historia, lo que torna aún más imperdonable que una parte al menos de esa riqueza no hubiera llegado a satisfacer las demandas populares” (4).
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
En materia económica también habría que señalar algunos aspectos que estén a nuestro alcance, ayudándonos de estudios y opiniones de gente más capacitada en estos temas. Con la resolución 125 se produjo un gran alboroto, y un buen número de progresistas se veían entusiasmados por las restricciones al agro. Sin embargo, la retención de un mínimo de las ganancias de los que más tienen provocó una hecatombe que golpeó duramente al gobierno. Esto deja en claro la dificultad de cualquier gobierno que así lo pretenda, de “quitarles” algo a esos que tanto tienen, que autoproclaman ser quienes construyeron la Patria, y para ser quienes sobresalen, se encuentran trepados en sus inconmensurables ganancias. Si un cambio tan superficial como la 125 originó semejante temblor, ¿qué causaría una verdadera redistribución de las riquezas?
A pesar del paso de los años poco ha cambiado en esta materia. Continuamos siendo, sobre todo, un país agroexportador. Nuestra principal exportación continúan siendo bienes naturales. No estamos tan lejos del granero del mundo tan anhelado por la Sociedad Rural. Tal vez actualmente el taller no esté sólo en Inglaterra, pero si se sabe que a la Argentina poco se ha trasladado. La sojización está provocando un duro golpe en el suelo argentino. Tal vez no tanto en las fértiles llanuras de Buenos Aires, Santa Fe, etc. Pero, ¿qué sucede con suelos como los del norte y el oeste, donde el avance de la soja provoca la tala indiscriminada de árboles en futuros terrenos cultivables y altera gravemente la fauna autóctona? Todo esto para que en dos o tres años, estos suelos no preparados para el cultivo se agoten definitivamente, dejando un desierto tras de sí. ¿Por qué el gobierno no regula legalmente la situación para evitar esta depredación que sólo beneficia (en corto plazo) a unos pocos? Año a año se pronostican aumentos de la superficie cultivada y de las exportaciones. Me pregunto: ¿de dónde salen las nuevas tierras en las que se sembrara nuestro Producto Nacional por excelencia? Sin duda, de terrenos que antes no se cultivaban y ahora sí. Tal vez aquí este el motivo de que el gobierno ignore a los Habitantes Originarios: su posesión no explotadora de los suelos no es fiscalmente rentable para las arcas nacionales. Para evitar esto es lo que argumentábamos anteriormente de aprender de los Pueblos Originarios. Lo que sucede es que, quienes no quieren aprender esto, son las grandes corporaciones, que compran tierras a precios irrisorios, las destruyen aspirándose las abultadas ganancias que producen en este corto tiempo y luego las abandonan. Conviene que estas tierras estén en manos de un cartel económico que deje de lado la moral antes de subirse a la cosechadora de penas futuras. En un reciente viaje que realicé a la Patagonia, un muchacho mapuche, con gran acierto, expresó: “Nosotros cuidamos la tierra porque sabemos que toda la vida vamos a vivir acá, al igual que las generaciones venideras”. El gran terrateniente no es de ningún lugar, es dueño de todos los lugares posibles, por lo tanto no tiene la “necesidad” de cuidar el ambiente. A esto hay que agregar el uso indiscriminado de agroquímicos y transgénicos que se fortaleció debido a presiones de Monsanto y otras empresas del agro, y a la concentración de las tierras cada vez en menos manos.
La minería, en un país que, históricamente, nunca se apoyó en este rubro, paso a ser otro de los comodities fundamentales. Compañías multinacionales, aprovechándose nuevamente de la legislación que rige desde la década del 90, dinamitan montañas dejando tras su paso una abrumadora contaminación, que pagarán con su salud los habitantes de la zona durante años. Los únicos derechos que prevalecen son los derechos del capital. Los derechos de los ciudadanos y el cuidado de la naturaleza están bien siempre y cuando no propongan trabas a la carrera de amontonamiento de fortunas en pocos bolsillos. Tal es así, que por no tocar las ganancias de unos pocos ni siquiera los glaciares se salvaron de la destrucción, cuando fue vetada por “consenso unilateral” la Ley de Glaciares. Por suerte se revirtió un poco esta situación, volviéndose a presentar un proyecto de ley Bonasso-Filmus, el cual dijo Cristina Fernández de Kirchner que no vetaría si se aprobaba. Si es tanto problema resguardar un área tan especial como son las áreas glaciares, ¿cual será la posibilidad de que se cree un marco legal que proteja el medio ambiente y cuyos controles sean realizados seriamente, con castigos fiscales a quienes violen reglas que permitan un desarrollo sustentable?
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
            Tampoco podemos dejar de lado la deuda externa. Desde la vuelta a la democracia, se vienen renegociando y pagando los intereses. Nunca se propuso suspender el pago, investigar la deuda, separar la parte legítima de la ilegítima y recién ahí realizar los acuerdos pertinentes. Solo se paga, y eso es un condicionante a la estructura económica nacional, ya que ese dinero podría ser utilizado para paliar las grandes dolencias sociales. En los Presupuestos Nacionales de los últimos años, los montos asignados al pago de vencimientos e intereses de la deuda son ampliamente mayores a los que corresponden, por ejemplo, a Salud, Educación y Cultura o Ciencia y Técnica. Incluso, los valores de estos tres últimos destinos sumados igualan o están levemente por debajo de lo reservado para el pago. ¿Cuáles son las prioridades de este gobierno nacional y popular? Esta es otra de las materias en que la soberanía nacional hace aguas, y seguimos sometidos a los intereses internacionales.
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
Cuando Néstor Kirchner asumió, en lo que el periodismo vulgar y amarillista llamo el “chirolita” de Duhalde, la representación que tenía no era muy significante. Con el tiempo su carisma, sus discursos y algunas medidas tomadas fueron ganando simpatizantes. Ante eso, tuvo dos opciones: pudo haber decidido arriesgarse a tomar una salida colateral, formar un nuevo partido, fomentar la militancia y comenzar a armas las bases; o realizar lo que finalmente acabo por hacer, que fue meterse en el aparato del Partido Justicialista, y de a poco adueñarse de él. La habilidad de Néstor Kirchner le permitió apoderarse de PJ, dejando por el suelo las esperanzas de algunos e instaurando temor a que vuelva a ser más de lo mismo. Actualmente, los pilares más fuertes del kirchnerismo son el PJ y la CGT. La CGT ha sido servicial y sus dirigentes se han beneficiado con las décadas de neoliberalismo, fueron cómplices de la distribución desvergonzadamente desigual de las riquezas que se dio en los últimos años y su organización asemeja más a la de una barra brava que a lo que debería ser un sindicato. Ni hablar de defender a los trabajadores, ya que son ellas mismas quienes los tercerizan y realizan negociados con las patronales. Un hecho para ejemplificar esta situación, sin duda es el asesinato de Mariano Ferreyra por la patota sindical de la Unión Ferroviaria, en octubre del año pasado. Este deplorable hecho no puede ser resarcido, ya que un asesinato es un punto que no tiene vuelta atrás. Si algo se debió haber hecho para al menos intentar dar sentido, con todo el absurdo que esto representa,  a esta muerte es instaurar en la sociedad una crítica sobre el papel de los sindicatos, de la policía, los derechos de los trabajadores. Nada de esto se realizó desde el gobierno. Se condenó el hecho, se inició la investigación y se encarceló a algunos dirigentes relacionados, pero la estructura de esta porción del sistema no se ha tocado. Haciendo alusión a la famosa novela de un autor que viene siendo moda en este espacio, los cerdos administran la granja y negocian con sus antiguos amos, la historia se repite.
A pesar de esto, tanto la CGT como el PJ son aliados estratégicos del kirchnerismo, ya que suponen una gran base electoral y son encargados de poblar la calle en las manifestaciones y actos. ¿Cómo es posible que un gobierno que algunos periodistas (que acaban por ser tan funcionales como los de la oposición) llaman progresista no sólo no realice nada al respecto, sino que se apoye en estas organizaciones corléonicas para lograr la gobernación? También cabe preguntarse, esta vez a favor del gobierno, ¿hasta que punto es posible una ruptura con estas estructuras y gobernar sin ellas?
Ya que hablamos de mafias, incluyamos a la policía. ¿No es hora de cambiar las políticas con que se educan a nuestros agentes? ¿Cuál es el papel de la policía? Marx dijo que eran los encargados de proveer una garantía a la burguesía de cuidar sus bienes. Sin duda siguen cumpliendo ese papel. El tema sin duda da para más, y será tratado en otros apartados.
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
Otra cuestión en la que desde el gobierno se hacen olímpicamente los tontos es la crisis energética que se avecina. Aquí hagamos una concesión, esto es una tendencia mundial que se debe, sin duda alguna, al sistema devastador en que nos encontramos. Es más beneficioso para los grandes capitales destruir el territorio teniendo el monopolio de un único recurso que diversificar e invertir en innovación. Sin embargo, en Argentina la situación es de una gravedad más que interesante. Los hidrocarburos argentinos se han entregado a una empresa multinacional que no considera rentable buscar nuevos yacimientos. El modelo actual se basa en un único recurso energético, y esto produce una vulnerabilidad abrumadora. Las búsquedas de soluciones a este tema es un proceso más que complejo, pero podría empezarse por aumentar el presupuesto destinado a la investigación. El país depende en más del 90 % de recursos no renovables, según un informe realizado por la Secretaría de Energía. Esto posee el agravante de contar con amplios recursos renovables que podrían diversificar la producción de energía, como ser, por ejemplo y fundamentalmente, los vientos patagónicos. La carencia de políticas públicas hace que produzcamos 700 veces menos energía eólica que Alemania(5). En términos de superficie, ¿Cuántas Alemanias hacen una Argentina? ¡Ocho! Ya sea tomando la solución neoliberal de incentivar al “mercado” a invertir en centrales eólicas en la Patagonia; o industrializando la fabricación de los insumos necesarios para el armado de los generadores, creando además puestos de trabajo y centros de capacitación para el mismo, para así crear las centrales de industria nacional, es necesario que se comience a tratar el tema. Está bien que se tome una porción del superávit fiscal para colaborar con aquellos que se encuentran más excluidos del sistema social, pero esto es una medida preventiva y coyuntural, lo que se debe ir realizando es la creación de puestos de trabajo y capacitación. Como dice el presidente Mujica: el verdadero capital nacional está en el conocimiento.
Esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
Enumeraremos, por último y superficialmente para no extender más este texto, algunas de las políticas públicas que deberían llevarse a cabo para que tenga sentido profundizar el modelo. El sistema fiscal es notablemente regresivo: los que menos tienen pagan más, cuanto mayor es la ganancia, menor es el impuesto. Según la nota de Julio Gambina publicada en Le Monde Diplomatique(6), del porcentaje que se recauda de impuestos, es cuatro veces mayor la porción que ingresa por impuestos al consumo (indirectos), que se aplican a toda la población consumidora, que por el impuesto a las fuentes de riqueza (directos), como podría ser el impuesto a las ganancias. Otra cuestión que tiene que ver con esto, en el sentido en que las políticas están dirigidas hacia el sector privado y capitalista y no hacia la población general, es el transporte público. La acción del gobierno en este campo ha sido realizar rutas y caminos, ¿para qué? Para que la transiten vehículos privados. No sería más sustentable invertir en el transporte público; acabar con el desmantelado de ferrocarriles del que es cómplice el gobierno en la medida en que no realiza absolutamente nada para detenerlo; regular el funcionamiento de las Aerolíneas Privadas; realizar planes de reestatización y fortalecer el transporte para toda la población, que además evitaría miles de muertes por accidentes de tránsito, y sería una contribución para la disminución de la contaminación.
Todo esto sucede en el modelo que pretendemos profundizar.
Es hora de dejar de mirar para otro lado, estamos enajenando el patrimonio nacional y el porvenir, aunque suene lejano, va a venir. Cual será nuestro destino si no se comienza a torcer el rumbo hacia la autosustentabilidad; si no se industrializa la producción y simplemente seguimos exportando productos primarios, que no sólo nos dejan a merced de las decisiones extranjeras y sólo favorecen a una pequeña cúpula, si no que también destruyen las tierras que todos suponemos, y así nos lo enseñan en la primaria, inacabables; si no empezamos trazar proyectos que puedan amortiguar la abrumadora crisis energética que se vendrá; si no se regula la extranjerización de tierras; si no se comienza a respetar la multiculturalidad; si no se fomenta la educación; si no se discute el sindicalismo y no se desmantelan las mafias relativas al mismo y a la policía; si no se cambia el marco legal que se instauró durante las décadas de neoliberalismo; si no se investiga la deuda externa; si no se modifica el sistema impositivo para que los que mas tengan paguen más; si no se deja de profundizar el modelo en vez de cambiarlo.
            Ante estos hechos, podemos preguntarnos cuáles son las alternativas a este gobierno, si realmente existe alguna alternativa, o si la alternativa es una presión popular para que el gobierno realice lo que tiene que hacer. Sin embargo, esta presión es de una dificultad incalculable, ya que desde los grandes grupos de poder, dueños de los medios de comunicación, se instauran discusiones y críticas al gobierno que lo único que hacen es fortalecerlo, y ante la alternativa que plantea este ya mencionado lumpenaje, incluso es bueno que sea así. ¿Qué podemos esperar de un grupo cuyas críticas al gobierno estén referidas a la vestimenta de la presidenta; la discriminación al extranjero y la instauración de xenofobia en esta tan manipulable y estúpida clase media implantando el vergonzoso e impronunciable lema: “vienen a robarnos el trabajo”; las constantes críticas por la tendencia (desesperantemente indecisa) a realinearse internacionalmente para crear un frente regional y dejar de ser funcionales al imperialismo estadounidense, que se ve plasmada desde la oposición en la realización de circos ante hechos minúsculos, como fue el caso del avión militar estadounidense que traía carga no declarada y que el estado, en el buen ejercicio de sus funciones, confiscó; la constante instauración de la idea del anhelado pasado de prosperidad y justicia que sólo es posible establecer gracias a la ignorancia, haciendo que la gente salga a decir con aires intelectuales: “¡este país fue grande! ¿qué pasó con nuestras riquezas?; el desprestigio al que se somete medidas como la Asignación Universal por Hijos bajo el argumento de que es mantener vagos, cayendo nuevamente en la discriminación? No podemos esperar nada, ni de ellos ni de la clase media funcional que fue adoctrinada por ellos y repite sus versitos con el mismo fervor que nos enseñaron en la escuela primaria a recitar las lecciones.
Por eso, a pesar de todas estas críticas, dentro de las escasísimas opciones que nos ofrece esta limitada democracia para no hacer una regresión más profunda, sigue encontrándose en el abanico de elección el kirchnerismo. ¿Cuál es una posible solución a esta realidad? Se han realizado algunas buenas políticas sociales, aunque generalmente esperando la buena voluntad de los emprendedores privados y no tomando la iniciativa, u otorgándose el protagonismo principal en proyectos que fueron realizados por otras agrupaciones o frentes políticos. La mayor ventaja que, personalmente, encuentro a este gobierno es la ya mencionada tendencia a alinearse en un frente regional. Sin embargo, no se concretan medidas para realizar esto y el gobierno no se decide si apostar al frente regional o seguir coqueteando con las grandes potencias internacionales para realizar acuerdos de inversiones. En caso de decidirse por la primera opción, creo que puede ser una vía que facilite el acceso a un progresivo cambio de sistema. Es hora de empezar romper con la herencia del neoliberalismo y las grandes manchas del pasado y encaminarse hacia nuevos senderos que permitan una inclusión de la sociedad en su conjunto y no sólo de una minúscula parte.



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1. Véase Federico Lorenz, “Los Muertos y los vivos”, Le Monde Diplomatique, ed. Cono Sur, Buenos Aires, octubre 2010.
2. La entrevista puede verse en:
3. Véase Informe Anual 2010 CONICEF:
4.  Véase Atilio Borón, “Burgués sí, pero, ¿reformista?”, Página 12, 29-04-2008.
5. Véase Antonio Brailovsky, “Un modelo de extrema vulnerabilidad”, Le Monde Diplomatique, ed. Cono Sur, Buenos Aires, octubre 2010.
6. Véase Julio Gambina, “Entre la coyuntura y la estructura”, Le Monde Diplomatique, ed. Cono Sur, Buenos Aires, diciembre 2010